LEYENDA
Doce mil hombres se apostaron en las alturas de la villa de Puno, cercándola,. Los sitiadores eran liderados por el caudillo aymara Túpac Catari, junto con el rebelde Pedro Vilcapaza, de Azángaro, continuador de la lucha de Túpac Amaru. Eran los primeros meses de 1781 y los rebeldes intentaron tomar la ciudad para reducir este bastión del virreinato y preparar su ataque a la actual ciudad del La Paz. El reducido número de pobladores observaba cómo bajaban las huestes desde Huajsapata, Yurac Orqo y Orcapata, en las afueras de la villa. En las pequeñas escaramuzas los habitantes de la villa puneña se defendieron con el mayor coraje posible, pero su inferioridad numérica no les daba mayor chance en la contienda. En su desesperada situación, los pobladores optaron por sacar a la virgen, cuya imagen se veneraba en la iglesia de San Juan, en procesión. Tras implorarle su protección durante toda la noche, los pobladores observaron, atónitos, cómo los enardecidos sitiadores abandonaron el lugar.
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